12 de enero de 2009

Un gesto noble


Mientras el Ayuntamiento de Sevilla, gobernado en la sombra por un personaje cuyo odio es aún mayor que su incompetencia –me refiero al comunista Antonio Rodrigo Torrijos- se dedica a eliminar de las calles los nombres de todo aquél que haya podido “contaminarse” con el régimen anterior, sustituyéndolas por las de personajes cuyos méritos para con la tierra de María Santísima son perfectamente descriptibles, como Pilar Bardem y José Saramago, no han faltado voces ni gestos de nobleza del pueblo de Sevilla en defensa de quien, como mi padre, dedicó ocho años de su vida a luchar por Sevilla con una pasión que aún perdura.

Hace unos días, apareció en el ABC de Sevilla la carta de un padre de 12 hijos agradecido y valiente. Dos adjetivos cada vez más extraños en nuestra sociedad. Aquí va:



La “vendetta” histórica.


Desde que ZP se inventara la discutible Ley de Memoria Histórica , todos los ayuntamientos “progres” de España iniciaron al unísono la limpia en los nomenclátor de los nombres que se distinguieran por sus cargos dentro del franquismo. Sevilla no podía quedarse atrás y enseguida, bajo la batuta del señor que fuma en pipa, la limpia se puso en marcha. Dentro de las calles, plazas y avenidas que se cambiarían de nombre, se encontraba la avenida de don José Utrera Molina, gobernador de Sevilla entre los años 62 y 69. ¿Se informó plenamente esa comisión, guiada por el rencor, sobre la vida y comportamiento del señor Utrera Molina durante los años de su gobierno?. Puede que algunos familiares de éstos si recuerden los muchos favores que a cambio de nada, realizara por Sevilla. El señor Utrera puede sentirse orgulloso de todo el bienestar que proporcionó a miles de sevillanos, siendo gran benefactor de las clases más humildes. Fue el principal valedor de acabar con la vergüenza de una mini-barriada de casitas bajas, y de la creación de uno de los barrios más populosos de Sevilla, el polígono de San Pablo, dando viviendas a las familias humildes. Yo, particularmente, soy un favorecido, por lo que no siento el menor reparo en predicar las bondades de este señor.

Apenas lo traté directamente, tan sólo una vez que fui a mi pueblo, Écija. Aquél año mi empresa me ofreció un traslado a Sevilla. Yo tenía 12 hijos y no podía despreciar la oportunidad de mejorar. Pero se me presentaba un gran problema: La vivienda. Sin pensármelo dos veces, le envié una carta al señor Utrera Molina exponiéndole mi problema. Apenas pasados unos días, un compañero de oficina me dijo: ``Te llaman del Gobierno Civil¨. Era el propio señor Utrera el que me comunicó: “Tengo un piso para usted de 180 metros, que su adjudicatario ha rechazado. Venga con su mujer, si les gusta, suyo es”.

Hace ya 41 años que estamos aquí, disfrutando de este piso en el polígono. Una pregunta ingenua: Habiendo favorecido el señor Utrera Molina a tantas familias, ¿cómo es que no se escuchan voces de protesta ante tal ignominia?


José López Farfán.Sevilla.

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