En el año 1898, un miserable llamado Sabino Arana envió un telegrama de felicitación al Presidente estadounidense Mckinley tras la derrota de la escuadra española en Cuba. Por este motivo fue condenado a prisión. Es decir, la postración de una España derrotada y humillada no impidió que aquél canalla recibiese su merecido.
Ridau y Urkullu, Urkullu y Ridau, dos gilipollas sin remedio, decidieron apoyar a la selección alemana de fútbol en la final que enfrentaba a ésta con España. No pudieron, sin embargo, completar su felonía y felicitar al presidente alemán, porque España no dio cuartel a los teutones en un memorable partido. Y encima tuvieron que soportar el estruendo de sus compatriotas celebrando con banderas españolas el triunfo de la selección, por las calles de Bilbao y Barcelona.
¡Lástima que la gilipollez de estos dos miserables no encaje en ninguno de los tipos penales de nuestro Código!
LFU
Estimado LF,
ResponderEliminarel asunto aún es mas chusco. En las semifinales Urkullu manifestaba su predilección por Rusia y Ridau por Turquía. Es decir, dos naciones que al contrario que la opresora España sí que ha sabido encontrar un entendimiento, basado en el diálogo, con Chechenia y el pueblo Kurdo respectivamente.
Un saludo
oe, oe, oe... campeones, campeones.
ResponderEliminarSencillamente me alegro porque han tenido que tragar bilis al ver ls banderas nacionales en sus ciudades, la televisión encendida en los hogares mientras se jaleaba a España y los vítores tras el pitido final.
En su pecado llevan su penitencia...
como Anasagasti, cuyo hijo es del Real Madrid. Debe doler, sin duda...
Alberto Pertejo-Barrena