El final de unas vacaciones felices es inseparable de una sensación de nostalgia por las horas que se fueron. Gracias a mis padres, tengo la suerte de poder regresar una y otra vez al luminoso paisaje de mi niñez, que ahora también es el sueño de mis hijas. Es verdad que, para mí, para los míos, Nerja no sería lo mismo sin "El Alamillo", sin sus toques de campana gastronómicos y sus despertares envueltos en gritos infantiles; sin sus multitudinarios desayunos y sus grandes peroles; sin la poesía que inunda sus paredes y el amor de unos padres que han logrado que dos generaciones queden atrapados por esa invencible atracción telúrica que solo produce un verdadero hogar. Pero aún así, Nerja siempre será uno de los lugares más bellos de nuestra querida España.
Preciosa y certera tu reflexión sobre Nerja. También para mis niños es el Paraiso, que no podría ser de otra manera sino fuera por la entrega sin límites, paciencia y generosidad de nuestros padres. Reyes
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