En el mes de marzo de 2004, la conjunción de la pésima, torpe y confiadamente ingenua política mediática del Partido popular -que llegó a creerse invulnerable en el poder- y la inestimable colaboración de los medios del grupo PRISA que, tras el atentado de los trenes de Atocha, se lanzaron a la caza del gobierno en lugar de a la de los asesinos, hizo posible que ocupara la presidencia del gobierno el político más insolvente y nefasto que ha conocido la historia de España.
Personaje cargado de un resentimiento enquistado en lo más profundo de su ser, ha cubierto de sectarismo su acción de gobierno, pero es cobarde y acomodaticio ante los medios y frente a sus interlocutores. A todo el mundo le dice lo que quiere oir, con palabras vacuas, frases hechas y de una preocupante elementalidad. Sólo se siente cómodo hablando de los grandes principios universales (paz, solidaridad, libertad) que maltrata fonéticamente con la estridente zeta y que, en realidad, le importan un higo, porque su único fin es mantenerse en el poder a costa de lo que sea menester.
Pero a la hora que es, aún no he visto a ningún medio hablar de la gran revelación que el presidente Zapatero hizo ayer en un medio radiofónico "los españoles, en su día se fueron a Alemania sin saber alemán, y se fueron a Bélgica sin saber el belga". Si señor. El presidente del gobierno español se inventó ayer un nuevo idioma hasta ahora inédito, pero nadie hasta ahora parece haberse dado cuenta.
Pues es la ligereza con la que habla del "belga", la que viene aplicando a su nefando mandato, en el que no sólo ha puesto a España al borde de su desintegración, sino que la ha hecho desaparecer de la escena internacional. Ha causado un daño irreparable a sus instituciones poniéndolas al servicio de su inmenso sectarismo, aventando además en el pueblo español una división que parecía haber quedado olvidada en el arcano de la historia.
Desgraciadamente, son muchas las posibilidades de que repita mandato cuatro años más. Y parte de culpa la tiene el partido popular, incapaz de aglutinar en su seno las diversas tendencias que a diestra y siniestra podían haberle dado una mayoría.
Al paso que vamos, y con el maltrato que sufre el Español en buena parte de nuestra patria, no me extrañaría que, dentro de cuatro años, se imponga por ley la obligación de aprender el "belga".
LFU
Muy bueno lo del belga, jua, jua.
ResponderEliminarY genial la foto, que describe el proceso creciente de imbecilización que caracteriza a los presidentes del Gobierno desde 1975 (salvo en el caso Calvo Sotelo-Felipe González, único en el que el sucesor no ha sido aún más vacuo que el sucedido). Un abrazo,
Miguel.