Nunca me había parado a pensar si algún día celebraría una huelga. Pues ese día ha llegado. Los abortorios, o clínicas privadas en las que se practican diariamente miles de asesinatos de fetos humanos, han decidido ir a la huelga en protesta por las presiones de quienes no están de acuerdo con su macabro negocio -puesto al descubierto gracias a diversos medios de comunicación- y para reivindicar de las autoridades mayor seguridad para seguir matando más y mejor. Es como si los SS de Mathausen se hubiesen puesto en huelga por las protestas de la comunidad judía por la puesta en práctica de la solución final.
Confiemos en que las autoridades competentes (en gran medida las Comunidades Autónomas) hagan oidos sordos a las peticiones y la huelga se convierta, primero en indefinida y finalmente concluya en cierre patronal. Así, es posible que muchas vidas se salven, que algunos niños tengan otra oportunidad de vivir, aunque se registre un aumento del paro en el sector de los matarifes.
LFU
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