La entrevista de ayer del escudero de Esperanza Aguirre constituye una vuelta de tuerca más en la estrategia de presión al lider popular que, con su silencio, está aventando las más bajas pasiones de sus distintas baronías. Salta a la vista que Rajoy es incapaz de dar un puñetazo en la mesa y poner firmes a unos y otros en sus cuitas personales, que por cierto hacen las delicias de un partido socialista en el que hace tiempo que nadie desafina. Y es que, en política, como en la vida, no se puede decir a cada uno lo que quiere oir.
Aunque no me identifique en modo alguno con el Partido popular, no puedo negar que me preocupa la fragilidad de su lider -a quien no se puede negar honradez y preparación- pues nos coloca a todos ante la terrible perspectiva de una nueva legislatura de Zapatero, que sería letal para España. Y cuando lo que está en juego es España, son muchos los intereses que hay que dejar aparcados. Si el Partido Popular quiere tener alguna oportunidad en las elecciones -el pueblo es voluble cual piuma al vento-, no tiene otra opción que rodearse de sus mejores, de los que concitan más apoyos en forma de votos, ya sean alcaldes, concejales, presidentes, cantantes o empresarios. ¿Acaso se olvidan de que éste es el juego del sufragio universal? En otro caso, el Partido popular, en el que ya se apuntan demasiadas grietas internas, estará definitivamente perdido.
El Sr. González le ha hecho un flaco favor a su partido bailando al son que toca pedrojota. Mientras tanto, la sonrisa de ZP se convierte en carcajada.
LFU
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