Tal debieron pensar los partidos nacionalistas al cerrar con un apretón de manos el Título VIII de la Constitución. Era cuestión de esperar y ver crecer a las nuevas generaciones educadas en el odio a España y a todo lo que representa. Y lo están consiguiendo. Una nación que no se preocupa de sí misma está condenada a la desaparición. Como en cualquier organismo vivo -y la Nación lo es- la dejación anticipa la debilidad y es entonces cuando no puede resistir el embite de cualquier agente hostil. La colosal miopía de los constituyentes, que no pensaron en las nefastas consecuencias que tendría el reparto de competencias entre Autonomías en una nación como España, sin un previo rearme moral que amortiguase las tendencias centrífugas, ha sido la causante de lo que estamos viviviendo treinta años después.
Y que nadie se engañe. Zapatero no es el verdadero culpable. No es más que un agente propicio, por la debilidad en la que ha dejado al Estado y a sus instituciones, para que se haga fuerte en nuestra nación el virus destructivo del nacionalismo. Y lo peor es que este virus, ya convertido en epidemia, está agarrándose a las raices de una España en la que muy pocos están dispuestos a partirse la cara por ella. Son muchos años los que la mayoría ha asistido indiferente al debilitamiento del sentido de la Nación española, con tal de gozar de un relativo bienestar econónico, por lo que resulta dudosa la legitimación de muchos para asombrarse de lo que estamos contemplando.
Los que ahora piden en el parlamento que se elimine el juramento a la bandera y la promesa de derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la unidad e integridad de la Patria lo hacen con la chulería de quien sabe que esa ofensa le saldrá gratis. Son los mismos que queman nuestra bandera y los símbolos de nuestra nación ante la mirada indiferente de las fuerzas del orden. Los mismos que desde algunos diarios ofrecen fotografías del jefe del Estado para quemarlas. Saben de la extrema debilidad del Estado y se envalentonan porque no tienen nada ni a nadie que temer. Es la adrenalina del insulto cobarde sin respuesta.
Nadie puede imaginar hechos semejantes en naciones como Francia, Estados Unidos o Inglaterra. Allí no se juega gratis con los símbolos de la Nación. Y es que siempre habrá alguien que se ocupe de que la ofensa no quede sin castigo. Pues bien, para todos los españoles que han jurado la bandera y sienten el orgullo de España en sus venas, tal vez ha sonado la hora de plantar cara, en todos los frentes, a quienes están dispuestos a forzar su desaparición.
LFU
Y que nadie se engañe. Zapatero no es el verdadero culpable. No es más que un agente propicio, por la debilidad en la que ha dejado al Estado y a sus instituciones, para que se haga fuerte en nuestra nación el virus destructivo del nacionalismo. Y lo peor es que este virus, ya convertido en epidemia, está agarrándose a las raices de una España en la que muy pocos están dispuestos a partirse la cara por ella. Son muchos años los que la mayoría ha asistido indiferente al debilitamiento del sentido de la Nación española, con tal de gozar de un relativo bienestar econónico, por lo que resulta dudosa la legitimación de muchos para asombrarse de lo que estamos contemplando.
Los que ahora piden en el parlamento que se elimine el juramento a la bandera y la promesa de derramar hasta la última gota de nuestra sangre en defensa de la unidad e integridad de la Patria lo hacen con la chulería de quien sabe que esa ofensa le saldrá gratis. Son los mismos que queman nuestra bandera y los símbolos de nuestra nación ante la mirada indiferente de las fuerzas del orden. Los mismos que desde algunos diarios ofrecen fotografías del jefe del Estado para quemarlas. Saben de la extrema debilidad del Estado y se envalentonan porque no tienen nada ni a nadie que temer. Es la adrenalina del insulto cobarde sin respuesta.
Nadie puede imaginar hechos semejantes en naciones como Francia, Estados Unidos o Inglaterra. Allí no se juega gratis con los símbolos de la Nación. Y es que siempre habrá alguien que se ocupe de que la ofensa no quede sin castigo. Pues bien, para todos los españoles que han jurado la bandera y sienten el orgullo de España en sus venas, tal vez ha sonado la hora de plantar cara, en todos los frentes, a quienes están dispuestos a forzar su desaparición.
LFU
4 comentarios:
Estupendo.Un abrazo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Los dos sabemos muy bien lo que es jurar nuestra bandera y jurar defender a nuestra Patria de sus enemigos externos e internos. Sabemos que en su día hicimos ese juramento y lo que para nosotros significa. Lo triste es que sólo somos una isla en un océano de pasotismo e indiferencia, de una población anestesiada y acobardada, que no ve más allá de su bolsillo. Espero que no sea así, pero a lo mejor llegan a repetirse escenas y acontecimientos que parecían olvidados y superados. Lo que está ocurriendo en España en los últimos días nos retrotrae a imágenes en blanco y negro de 1936; persecución a la religión, a la educación en los valores de nuestra civilización, a todo lo que represente a España,y, como entonces, a la Monarquía. En Humilladero, un pequeño pueblo de Málaga, han dado un paso que no puede quedarse en anécdota. Y lo han dado los comunistas y socialistas, el mismo partido que gobierna en España. Y en Cataluña han comenzado las hogueras, de momento contra la Monarquía, pero quién sabe si en poco tiempo las amplían a otros sectores. Pero cuando hablas de todo lo que está ocurriendo con cualquier persona, cuando dices que ves mucho peligro en todos estos acontecimientos, cuando te muestras decidido a defender a tu Patria si fuera necesario, tal y como en su día juramos hacer en el patio de la Academia de Infantería de Toledo, te miran como a un perturbado. Confío en que no se repita la historia y que aquellos que nos tachan de locos no precisen que, como tú bien dices, tengamos que partirnos la cara por España. Porque seguro que lo hacemos ya que, hasta que el fin de nuestra vida, seremos Alférez de Infantería. Un fuerte abrazo y ¡Viva España!
Antonio Vallejo
En USA la Enmienda I a su Constitución ampara, de acuerdo con su TS, la quema de la bandera. Es más, el legislador no puede prohibir la quema de la bandera de acuerdo con la sentencia Texas v Jonson (1989) que anuló varias leyes estatales en ese sentido. En 1989 hubo miles de banderas quemadas protestando por la preparación de la Flag Protection Act y, cuando dos personas fueron detenidas, el TS repitió su doctrina de que el legislador no puede prohibir por ley la libertad de expresión, que alcanza hasta quemar la bandera, en la sentencia United States v. Eichman (1990). Y nadie pone en duda el patriotismo estadounidense, ni a su Tribunal Supremo. Por mi parte creo que la libertad de expresión alcanza hasta quemar la bandera y, desde luego, quemar la foto del Jefe del estado por quienes defienden que el Jefe del estado debe ser elegido democráticamente y no ser una magistratura hereditaria.
Un abrazo
Al último anónimo debo decirle que su información sobre los Estados Unidos es una verdad a medias. Y es que ha llovido mucho desde el año 1989 en Estados Unidos. Desde la polémica sentencia que citas, aprobada por 5 votos contra 4 en el Tribunal Supremo en el año 1989, el Congreso ha aprobado hasta en seis ocasiones en los últimos años, por mayoría de dos tercios una enmienda constitucional que permita al legislador prohibir la quema de la bandera de los EEUU. La enmienda, sin embargo ha sido derrotada en el Senado cuatro veces, la última en junio del pasado año por no haber alcanzado la mayoría de los dos tercios, por un sólo voto. Todo parece indicar que este año volverá a votarse pues es un tema ciertamente sensible en los Estados Unidos, nación en la que el respeto a los símbolos se enseña a los niños desde pequeños y se ejercita desde los colegios hasta los acontecimientos deportivos más nimios. En cualquier caso, no le arriendo la ganancia a quien se atreva a quemar una bandera de los Estados Unidos en Times Square o en la 5ª avenida. Quizás no sea finalmente condenado, pero lo que és seguro es que no se irá de rositas....
Finalmente, la quema de retratos del Jefe del Estado o de banderas no puede considerarse como un ejercicio de la libertad de expresión. De ser así habría que derogar los preceptos del Código penal relativos a los delitos de injurias, calumnias, etc... Y es que el derecho del artículo 20 de la Constitución no es absoluto y tiene como límite el respecto al restode los derechos fundamentales. Otra cosa es que te guste o no la monarquía, pero para eso no es necesario meterte a incendiario.
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