Confieso que, durante un tiempo, David Gistau me tuvo
engañado. Su estilo fresco y buen manejo
de la palabra, su juventud y su pertenencia a los “no alineados” le llevaron en
sus inicios a romper los moldes de la corrección política, provocando a unos y
otros por igual. Y por eso tuvo desde el principio mi simpatía y una naciente
admiración.
Pero todo eso hace tiempo que se acabó. Su posición abiertamente
abortista y sectaria con los defensores de la vida abrieron mis ojos a la
realidad y los cerraron a la esperanza. Y esta misma mañana mi decepción se ha
tornado en desprecio al comprobar cómo el antaño periodista libre se ha
convertido en un vocero del más rancio “progresismo” al terciar en el tema de
las exhumaciones del Valle de los Caídos, sin tener ni la más remota idea de lo
que hablaba, es decir, llevado tan sólo por la sinrazón del putrefacto pensamiento
único.
Gistau no sabe nada de la construcción del Valle de los
Caídos, de ahí que hable a oídas de los "miles de trabajadores forzados", que más que
forzados eran enchufados, pues había tortas por un destino que les aseguraba no
sólo un salario más que digno, sino también comida, techo y escuela para sus
familias en tiempos de escasez y una redención de penas de 3 días de condena
por cada día de trabajo. Ahí están los
testimonios de Paco Rabal, de Peces Barba y de muchos otros, poco sospechosos de
“franquistas”.
No sabe tampoco que el médico Ángel Lausín, a la sazón preso
en el Valle, contabilizó un total de 14 muertos en los 19 años que duró su
construcción, de los cuales aproximadamente la mitad eran obreros libres que,
por cierto, cobraban lo mismo que los penados.
Ni sabe tampoco que existe un minucioso registro de todos y
cada uno de los enterramientos con el consentimiento de las familias de cada
fallecido, con la sola excepción de aquellos restos que reposaban en fosas comunes
sin haber sido identificados, de uno u otro bando. Ni sabe, por último, que resulta imposible la
identificación de ninguna clase de restos en los osarios porque, gracias al
deficiente mantenimiento de los osarios –y del resto del Valle- por parte de
Patrimonio, se encuentran mezclados los restos de los casi 50.000 cadáveres que
se encuentran allí inhumados, al haberse podrido los féretros de madera por la
humedad.
Ni lo sabe ni le importa, porque al mono hay que darle leña
aunque no haya porqué. Esto es lo que diferencia a un periodista serio de un prosaico
vocero de la corrección política. Decía Albert Camús que “la mentira es el
mayor enemigo de la libertad” y Gistau hace tiempo que dejó de ser un hombre
libre.
LFU
1 comentario:
En el Ecuador del Franquismo,Franco no tenía que medir mucho sus intenciones y una forma más de desactivar los comentarios con retroactividad desfavorable es simplemente leer el preámbulo del decreto fundacional de la época, creo que 1957 e intentar poner algún reproche de confrontación o de bandos enfrentados. Desde luego los que denigran el monumento no habrían escrito palabras tan conciliadoras para el momento
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